glaucoma
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Vivir en zonas con alta contaminación del aire es un factor de riesgo más para desarrollar glaucoma.

Según un estudio del University College de Londres, la contaminación ambiental contribuiría a dañar el nervio óptico por la contracción de los vasos sanguíneos o por productos químicos que son tóxicos.

«Si bien aún no podemos confirmar que la asociación sea causal, hemos encontrado otra razón por la cual la contaminación del aire debe abordarse como una prioridad de salud pública. Evitar las fuentes de contaminación del aire podría valer la pena para la salud ocular», dice Paul Foster, autor principal del estudio.

El estudio

En la investigación se analizaron datos de poco más de 111.000 participantes del estudio Biobank del Reino Unido. Estos se sometieron a exámenes oculares entre 2006 y 2010. Luego, se cruzó esa información con los niveles de contaminación de los barrios y ciudades donde vivían los voluntarios.

Así se observó que quienes habitaban vecindarios más contaminados por material particulado fino tenían, al menos, 6% más de probabilidades de desarrollar glaucoma que las personas que habitan en zonas menos contaminadas. También eran significativamente más propensos a tener una retina más delgada, uno de los signos reveladores del glaucoma temprano.

«Las partículas microscópicas emitidas por los automóviles y demás mecanismos contaminantes llegan a los pulmones y de ahí al torrente sanguíneo. Entonces constriñen los revestimientos de los vasos sanguíneos y el sistema nervioso, aumentando la presión arterial», precisa Foster.

El glaucoma se produce por un aumento de la presión ocular, que daña el nervio óptico. Es la principal causa mundial de ceguera.

Aparte de la contaminación ambiental hay otros factores de riesgo que están fuera de control, como el envejecimiento o la genética (tener un familiar con glaucoma). Pero algunos sí son modificables. Son los mismos que elevan el riesgo cardiovascular: diabetes, hipertensión, obesidad, tabaquismo, altos niveles de colesterol, según explica la doctora Jimena Schmidt, oftalmóloga.

«También hay factores locales del ojo, como tener hipermetropía o miopía; exposición a corticoides locales u orales, así como traumatismos oculares, que también elevan el riesgo», agrega.

Para prevenir el avance de esta enfermedad, la recomendación es realizar un chequeo de la presión intraocular cada 2 años, a partir de los 40 años de edad, y de manera anual pasados los 60, precisa la especialista.

Si se detecta a tiempo, se logra detener la enfermedad y evitar el daño en la visión. En 70% a 75% de los casos, para eso basta controlar la presión ocular con gotas. Solo en casos más específicos es necesario recurrir a cirugía o láser. El glaucoma afecta a más de 60 millones de personas en el planeta.


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