El presidente de Francia, Emmanuel Macron / Foto EFE

Darse banquete al echar mano de la política comparándola con la literatura no ocurre con frecuencia, muchos las ven como polos opuestos. Yo en lugar de advertir un divorcio por incompatibilidad de caracteres; al contrario, consigo divertirme suponiendo similitudes entre una pareja que llegará a entenderse en momentos solícitos, claves, maduros. Semejanzas las hay si se buscan, y yo también como Picasso: no busco, encuentro.

Tras los debates, la prensa adocenada francesa, que ya es casi igual de hortera y falaz que cualquier otra prensa del mundo, sólo ve magnos supra errores en las intervenciones del joven Jordan Bardella, el candidato a las legislativas por Reagrupamiento Nacional (RN); también es cierto que no es precisamente aquel otro joven, el estudiante Törless con sus tribulaciones emanadas de la pluma y el talento de Robert Musil, pero al menos pareciera que Jordan toca el violín por donde el alarido pachelbiano (por Pachelbel) más subido persiste y penetra, más seduce y distingue.

Le Monde, Libé, MédiaPart, Le Parisien

El Nuevo Frente Popular puede decir barrabasadas y cometer cualquier error de contenido y hasta pasarse de ultra-islamo-comunistas antisemitas que igual da, pues Le MondeLibéMédiaPartLe Parisien, y compañía, lo tomarán invariablemente como ejemplo de lo mejor que le podría acaecer a Francia, porque al menos «no gobernará la ultraderecha», aunque lo haga la ultramegaizquierda.

La prensa gala recuerda bastante a la falsamente pueril Concha de Pierre Louÿs en «La Mujer y el Pelele», ella iba moldeando al tipejo a su gusto y forma, lo camelaba, lo tiraba, lo recogía de nuevo, lo estrujaba y al final lo almidonaba y planchaba cual traje de drill cien. Aunque siempre fiel a los requerimientos del Bajo Astral.

No hay una frase de Marine Le Pen que no condenen (es cierto que últimamente ha tenido unas cuantas desacertadas, pero aun así la favorecen en los sondeos), como esa en la que comparó al presidente más o menos con un monigote, aludiendo a que ni en puntas ni en tutú podría actuar como comandante en jefe de la Armada.

No obstante, todo son celebraciones así bien el cabecilla Jean-Luc Mélenchon y sus secuaces escarranchan las jaibas para emitir cualquier burrada que empañe la democracia, que enturbie de morralla la libertad, entonces los cánticos y elogios afloran como en aquel jardín (que no lo era, era un cementerio etrusco) de los Finzi Contini… ¡Qué gran intelectual, Mélenchon! -he leído por ahí- mientras entonan consignas pro Hamás, cual coro de ranas abducidas por el billete qatarí. Son los mismos de todos los regímenes donde los chivatos salen apuntalados y lanzados hacia la estratósfera, no importa si por la indecencia y la corrupción; nada, los bien pagados de la oficialidad.

El presidente, cuentan los que lo han visto y oído a breves pasos, que anda visiblemente enervado de un ángulo a otro del palacio del Elysée, inclusive pareciera más pálido. También yo lo oí, aunque desde una cierta lejanía, cotorreaba pasado de elocuencia, murumacas en el rostro demudado, siendo como es un presidente de alcurnia, que se pretendiera distanciado y analítico.

Pero el Bajo Astral no perdona ni al más pinto de la paloma, y mucho menos a aquellos a los que el rumbo de la vida les ha caído del cielo.

No es tan difícil explicarlo, pero como en una buena novela de Émile Zola o de Honoré de Balzac, Francia sólo le importa al pueblo en las calles, a ese pueblo silencioso que un día estalla y arma lo que se debía de armar. Entre cortinajes y vitrales el cielo de París inextricablemente susurra siempre una dulce canción a los políticos y edecanes, a los comisarios y chivatos. El pueblo sólo ajusta los visillos para contemplarlos pasar en las carrozas. A la pregunta más extendida en el Hexágono hoy, ¿por quién votaría usted? Ya no callan ni mienten como en elecciones anteriores.

Por quién votarán los franceses

¿Que por quien votarán? Pour la France et les français, ma p’tit Madame, aussi simple que ça! Pero si gana el dúo Bardella y Le Pen los artistas amenazan con irse, comento. Encoge sus hombros en señal de indiferencia. De todas formas, esos hace rato que no viven aquí ni conocen absolutamente nada de lo que pasa en este país. ¿Y los extranjeros? Bardella tiene ancestros italianos y kabyles, y mire usted cómo defiende a este país, en el que nació, y que es tan suyo como de sus abuelos y mío… Lo otro ¿qué es entonces? Politique merdique!

Artículo publicado en el diario El Debate de España


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