Nunca será excesivo insistir en la idea de la educación como primera prioridad para el desarrollo de un país. Otra prioridad, estrechamente vinculada a ésta y presente hoy con carácter de urgencia, es, sin duda, la de la salud. Ninguna como ella tan estrechamente vinculada a la calidad de la vida y a la vida misma, a la persona, a su crecimiento, a la capacidad para el trabajo y a la posibilidad de desarrollo de sus potencialidades.

El estado actual de la atención a la salud coloca desgraciadamente a Venezuela en una categoría de indefensión y pobreza, catalogada así por los indicadores mundiales y, sobre todo, sufrida así por la población, como carga difícil de sostener para muchos y como abandono y exclusión para muchos más.

Frente a este cuadro, no hay duda de la enorme tarea que espera a quienes confían en las posibilidades de recuperación del país y a quienes pueden aportar su saber y su experiencia en esta materia. Los doctores Julio Castro, Marino González y Manuel Guzmán Blanco lo hicieron recientemente en el foro sobre salud pública promovido por Analítica.

A juicio de los expertos, la atención de la salud pública es responsabilidad prioritaria del Estado, sostenida por el aporte de los ciudadanos y apoyada por la iniciativa privada. Es este uno de los aspectos en los que convergen salud y economía. La relación no solo pone de relieve el valor de la salud para la economía sino también el valor de la productividad para mejorar el poder adquisitivo de los ciudadanos y, por ende, su capacidad de contribuir al financiamiento de los programas de salud. Así sucede en los países más desarrollados, en muchos de los cuales los venezolanos pueden testificar la calidad de los sistemas de salud, y en alguno, como España, contribuyen con su aporte, porcentualmente mayor que el de otros ciudadanos.

La premisa de la que hay que partir es que no se trata de un tema estrictamente tecnológico sino ético. Se trata de los derechos y, en particular, del derecho a la salud. Toca, por los mismo, el mundo de los principios y se extiende a los campos académico, político, económico. De su vigencia dependen el bien de la sociedad y de las personas

Puestos a establecer prioridades, los expertos coinciden en la urgencia de una Ley de salud y de un sistema universal e incluyente, apoyado en la descentralización, que dé autoridad a las organizaciones del sector público, a las instancias locales como alcaldías y gobernaciones, y a las organizaciones privadas. La primera exigencia para la sostenibilidad y transparencia de un sistema así es, desde luego, la posibilidad de acceso a estadísticas confiables, al uso de indicadores modernos para establecer prioridades efectivas, al control de los gastos y de las fuentes de financiamiento. Un sistema así aseguraría la posibilidad de sostenibilidad gracias a acuerdos con los diferentes factores, incluidos los gremios, los centros de formación de especialistas, las organizaciones ciudadanas y las fuerzas políticas, empeñados todos en un sistema de salud en función exclusiva de los ciudadanos.

A la pregunta sobre con quiénes contar para este propósito nacional, la respuesta es: con los mejores talentos en salud, planificación y administración, con el sector educativo formador de los profesionales del área, con quienes han tenido que continuar su labor humanitaria y profesional fuera del país, con quienes se formaron fuera y están dispuestos a regresar. Y a la pregunta sobre cómo hacerlo: con una política de salud que promueva la inclusión, que dé importancia de la reconciliación entre los venezolanos, que se inserte en un acuerdo nacional para definir prioridades. Una política así abriría espacio para una productiva colaboración internacional. Ya el candidato Edmundo González se ha pronunciado sobre la voluntad de buscar alianzas internacionales para para obtener los recursos necesarios para el sector salud.

Salud y educación, no cabe duda, son los dos pilares que necesitamos. La inversión en ellos es, con mucho, la mejor inversión. Se necesitan y se apoyan. La construcción del país depende de gente educada y de gente saludable. El país gana con gente consciente del valor de la salud y de su cuidado, con buenos y calificados centros de formación para profesionales del área, con la actualización tecnológica necesaria para revitalizar el sistema de salud.

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