La Favela
Fotografías: Juan Mascardi

En Argentina cuando alguien dice ‘me pica el bagre’ significa que tiene hambre, mucha hambre. Es el momento en que el estómago empieza a hacer ruido, se transforma en un pez que quiere devorar todo y reclama desde las tripas algo de alimento.
Cuando Lelo Carballo se mudó al barrio La Favela de Junín, provincia de Buenos Aires, a 260 kilómetros al oeste de la Capital Federal en plena llanura, tenía 11 años, Argentina estaba por ganar la Copa del Mundo 1978, la dictadura hacía dos años que gobernaba, ya se había sistematizado la persecución, el secuestro, la tortura y el asesinato de personas por motivos políticos y la pobreza ya no se encontraba en su mínimo histórico de 4,6% del ‘74.

Lelo, el pibe, antes vivió en Los Almendros, el barrio que está a veinte cuadras de La Favela. Pero en 1977 llegó junto a su papá, Francisco Santiago Carballo, de oficio albañil y María Ballesteros, su madre, de ocupación ama de casa.

Ese año, la dictadura anunció la reforma financiera que buscaba incrementar el rol del sector financiero privado y disminuir la participación del Estado, partiendo de la premisa de que el Estado es ineficiente. Así, se establecieron las bases para el ingreso de fondos y de movimientos especulativos. El dinero tenía la libertad de entrar al sistema, pero también tenía la libertad de fugarse. Antes, ya se habían congelado los salarios para controlar la inflación. El resultado: generó efectos recesivos al principio, y luego un rebrote inflacionario. Y más pobreza.

Antes de que La Favela se llame La Favela, en alusión al nombre de los asentamientos precarios de Brasil, al barrio se lo conocía como El Triángulo, porque la avenida Pastor Bauman y las calles Intendente de la Sota y las vías del ferrocarril forman un polígono de tres ángulos y tres lados. Todo lo que está dentro de la figura geométrica es el barrio. Y en el barrio Lelo pasó una infancia “medio pobretona”.

―Si bien no nos faltaban cosas, la pasamos mal en esa época. Mi viejo, por ahí, no tenía laburo. Fue una infancia feliz con lo poco que teníamos. Éramos muy familiares… No la pasábamos bien, pero tampoco la pasamos mal. Bueno, como toda la gente pobre y laburadora. A veces teníamos para comer y a veces, no. Esa es la realidad.

A Lelo, a veces, le picaba el bagre.

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Lelo se llama Néstor Fabián Carballo, es el presidente del Club Social y Deportivo La Favela, equipo que nació primero como un comedor infantil en uno de los barrios más humildes de Junín y luego se transformó en un equipo que participa en la Liga Deportiva del Oeste. La institución debutó con todas sus categorías en el Torneo Apertura el 3 de abril de 2022 frente al River Plate juninense.

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Lelo Carballo observa un partido de las divisiones inferiores en el estadio de Mariano Moreno.

Los inicios de la liga se remontan a fines del siglo XIX, con la creación de la Compañía del Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico, cuyo trayecto entre Mercedes, provincia de Buenos Aires, y Villa Mercedes, provincia de San Luis, requirió el paso por la ciudad de Junín, en plena pampa plagada de malones y fortines.

Los fortines fueron el principal punto estratégico de batalla en la Conquista del Desierto. Las líneas de fortines avanzaban dentro del desierto. Se denomina desierto a todo territorio no controlado por los españoles y, luego, por los criollos. Los fortines unían los fuertes y se encontraban a unos 5 kilómetros de distancia entre ellos. Puertas adentro tenían huerta, hospital, depósito, polvorín y habitaciones.

El malón fue una táctica militar de ataque sorpresivo realizado por un grupo de guerreros a caballo utilizada por los indígenas de Argentina. Ataque y defensa. En esa época se empezó a trazar el ferrocarril. Y, con la llegada del ferrocarril a la extensa llanura, arribó el fútbol.

La distancia entre Mercedes, Buenos Aires y Villa Mercedes, San Luis es de 606 kilómetros, un tren que recorría cuatro provincias argentinas.

Con la llegada de la primera locomotora a la ciudad en 1884, la empresa construyó el Complejo Industrial Ferroviario. Y la colectividad inglesa fundó varias instituciones, entre ellas el Club Atlético Buenos Aires al Pacífico (B. A. P.), uno de los cinco clubes en actividad más antiguos del fútbol argentino. Tras la fundación de B.A.P., ya entrado el siglo XX, se crearon el Junín Institute Foot Ball Club, Sarmiento Foot Ball Club y el Club Mariano Moreno.

Ahora Lelo está en la cancha de Mariano Moreno. Es el 5 de mayo de 2024. Mientras las familias descendientes de italianos cocinan las pastas del domingo, a las 10 de una mañana húmeda y plagada de mosquitos, las divisiones inferiores de La Favela juegan contra el equipo local, club que fue fundado el 20 de junio de 1916 por un grupo de aficionados que se juntaban para jugar al fútbol muy cerca del Cementerio Central.​ Ese mismo año también se fundó la Liga Deportiva del Oeste.

La Favela
Habilidad, buen juego y espíritu, los valores de La Favela.

Ahora hay un grupo de niños jugando el torneo de inferiores. Tienen 10 años, son de la categoría predécima. Tienen la misma edad que tenía Lelo cuando llegó a La Favela. Lucen orgullosos el escudo que evoca la importancia del tren en la ciudad de Junín. La locomotora y los colores rojo y negro para representar al equipo. Están jugando de visitante, pero las gambetas y los enganches del 10 y los pases en profundidad del 5 despiertan aplausos de los familiares que están en la tribuna de cemento.

En la tribuna permanecen los integrantes de la novena categoría, pibes de 12 años que todavía no realizaron el calentamiento previo al partido que se viene. Joaquín le pregunta a Brian: “¿Me prestás un par de zapatillas?”. Brian responde: “Son las únicas que tengo”:

Los pibes que integran las divisiones inferiores no solo viven en el barrio La Favela. Desde hace varios años, los integrantes de la Comisión Directiva convocaron a niños de otros barrios: La Celeste, San Jorge, Progreso, San Martín, Almirante Brown, 8 de Agosto. “Y más allá, también. Es una barriada muy grande y popular”, dice Lelo. .

―Venimos con un trabajo de muchos años, arrancamos con el rol social y luego desarrollamos un proyecto futbolístico que tiene como objetivo sacar a los chicos de la calle. Tenemos una gran barriada.

Así, Lelo, el camionero que fundó primero un comedor y luego un equipo de fútbol, habló ante la prensa. Dijo que estaba muy feliz por haber debutado en el torneo y que las sensaciones son de mucha emoción.

Choripanes y carne a la parrilla para celebrar el cierre de cada partido.

―¿Y cómo se les ocurrió crear un equipo de fútbol? —le pregunto.

―Todo empezó en un asado.

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Los fundadores de La Favela son un grupo de amigos que se conocen hace más de 40 años. “Todos los sábados jugábamos al fútbol. Hace 15 años atrás, empezamos a pensar en el festejo del Día del Niño, ahí en la cancha”.

La cancha de La Favela está enfrente de otro cementerio, el Cementerio del Oeste. Una necrópolis que estuvo en estado de abandono y en la que en 2019 se realizó un plan de mejoramiento de unas 800 tumbas de la zona denominada Angelitos, donde permanecen los restos de niños recién nacidos hasta los 11 años. Según las autoridades municipales, la obra fue necesaria, porque el estado de las sepulturas era de un deterioro muy ostensible. Una de las paredes del fondo del cementerio es una especie de señal de ingreso para el barrio. Hay un mural con una locomotora dibujada en el centro del escudo, una leyenda que dice: “Los pibes de La Favela, los de siempre”. Y más abajo, entre un grupo de personas embanderadas de rojo y negro, dice: “No quieren vernos, pero aquí estamos. Nada nos para…”.

Lo que nació como un partido de fútbol semanal se transformó en un espíritu colectivo y un equipo deportivo.

Para ingresar al predio hay que pasar por una calle de tierra angosta. “Ahí se inició todo”, dice Lelo. Ahí es el potrero de tierra, de arcos metálicos sin redes, de césped curtido, de gambetas eternas, de patadas ásperas, de discusiones acaloradas por un gol que no fue, de sueños de pibes que quieren llegar a Primera y de viejos que narran las anécdotas de lo que pudo ser. “Ahí”, dice Lelo. Porque ahí están los amigos que sí se ven, los pibes de siempre, los que una vez pensaron: “¿Qué les vamos a regalar a los chicos en el Día del Niño?”. Y fueron más allá. Ahí es más allá. Y más allá hoy es una realidad.

—Jugábamos al fútbol y bueno, surgió la idea de hacer algo para el barrio. Comenzamos con un tema con hacer un salón y sacamos un préstamo de 100 mil pesos, era muchísima plata en ese tiempo.

—¿Cuánto hace?

—Hace 15 años, más o menos. Poníamos 50 pesos cada uno para pagar el préstamo.

—¿Cuántos fueron los que tomaron ese crédito y empezaron a levantar paredes?

—Éramos todos los que estábamos jugando ahí, alrededor de 40 personas. Se juntaba muchísima gente de distintas edades. Así que nada, surgió esa idea y bueno, se llevó a la práctica.

— ¿Cómo nació la idea?

—Alguien dijo, hay que hacer algo. Los chicos tienen que encontrar un espacio. En realidad la idea fue siempre el fútbol. El fútbol en sí, que nosotros compartimos. Fútbol y asado. Por eso es una amistad de tantos años. Y uno tiró hacer algo para el barrio. Marito, que es el vicepresidente. Surgió la idea, se consiguió el préstamo y empezamos a pagarlo.

Cuando hay unos pesos se puede comer un asado. Cuando hay un asado el bagre no pica. Y si no pica el bagre puede aparecer una buena idea.

El Club Social y Deportivo La Favela se fundó el 19 de noviembre de 2021. El comedor barrial tiene los colores de Chacarita, el club porteño que está frente a otro cementerio. Tal vez, esa cercanía con la necrópolis hizo que los colores se trasladaran de ciudad.

—Nosotros veíamos muchas historias en el barrio. De papás separados, de papás ‘con la droga’. Veíamos que esos chicos estaban desamparados al final de la semana. Entonces pensamos que tenían que tener una actividad. Un día llamamos al presidente de la Liga y le contamos la idea.

Trabajos de calentamiento de las divisiones inferiores de La Favela.

En medio de casas humildes, senderos angostos y autos que duermen en la calle está el salón que es un espacio de solidaridad pura: más de sesenta chicos reciben un plato de comida y una taza de leche. Lo que nació como una necesidad, hoy es el punto de partida de integración social, deporte y experiencia colectiva. En el salón, también se festejan cumpleaños, se hacen tortas fritas los días de lluvia y se planean tácticas y estrategias futbolísticas.

Pero antes de crear el club, existía una misión: obtener la personería jurídica.

Tras asesorarse y consultar con varias personas, se embarcaron en la transformación del comedor infantil en un equipo de fútbol. Claudio Yópolo, presidente de la Liga del Oeste, les brindó su apoyo y orientación durante todo el proceso.

Inicialmente, competir parecía un objetivo distante, ya que debían resolver cuestiones administrativas antes que deportivas. Tras recopilar una serie de documentos, incluida la personería jurídica, el club fue aceptado en la Liga Juninense. Lelo se entusiasma cuando habla sobre la consolidación en los torneos locales y cómo fue el proceso para completar todas las categorías de inferiores. Pero el impulso para la conformación de los equipos fue mucho más allá del deporte.

La Favela
Sede social de La Favela, una obra hecha realidad.

—Ahora estamos como todas las instituciones. Tenemos todas las divisiones, primera, cuarta, todas las inferiores, más la escuelita de fútbol. Seguimos con la parte social también, que es el comedor. Los días de semana, damos la merienda. Por ahí los sábados, cuando arranca la temporada, se nos complica el comedor. Pero lo complementamos con la merienda los días de semana.

«Un 19 de noviembre nacimos como CSYD LA FAVELA llegaste para quedarte, marcando un camino perdurable en el tiempo digno de una película, llegaste a los barrios donde más te necesitaban, llegaste para que los niños tuvieran su lugar donde poder disfrutar, llegaste a cada familia donde ya disfrutan de su sentido de pertenencia, llegaste con mucho esfuerzo, con humildad, con alegría, llegaste con sueños, llegaste para no irte nunca más», escribió en las redes sociales Carballo el día que el club cumplió dos años de vida.

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Todo equipo tiene su contrapartida. La Favela, que llegó a la liga sin rival clásico, tiene en sus antípodas a la Academia Javier Mascherano. En enero de 2024 se incorporó a la Liga Deportiva del Oeste gracias a la autorización de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), participando en todas las competencias. La resolución fue firmada por el presidente del Consejo Federal, Pablo Toviggino. Ahora interviene en los certámenes organizados por la entidad juninense sin la necesidad de pedir autorización.

—Mascherano participó el año pasado con un permiso precario que se da por un año. Y este año ya se oficializó a través del Consejo Federal. Y lo que pasa es que Mascherano, a nivel local, es una selección que congrega a todos los equipos de la zona, de todo el país. Yo no sé si tiene un convenio con Defensa y Justicia que está en Primera, y bueno, llevan a los chicos directamente ahí. Competir contra Mascherano, acá en Junín, se nos hace muy difícil —dice Lelo.

El mural en las paredes del cementerio indica la llegada al barrio.

Si La Favela nació como un comedor infantil, la Academia Javier Mascherano es un club de fútbol federado enfocado en la formación de juveniles para luego incorporarlos a la alta competencia. Formar para exportar. Posee un centro formativo de alto rendimiento en Lincoln, a 65 kilómetros de Junín. “En sus 14 hectáreas cuenta con instalaciones de más de 3.500 metros cuadrados y 4 canchas de fútbol”, describen en su página web. El proyecto está liderado por Javier Mascherano, exfutbolista de River y Argentina, subcampeón del mundo y actual técnico de la selección argentina sub 23 que participará en los Juegos Olímpicos de París.

Hay clásicos que son desiguales.

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El fútbol no es solo fútbol.

Con el transcurrir del tiempo, La Favela fue una especie de salvoconducto para los vecinos. Un faro que alumbró a un barrio muchas veces olvidado. Mediante gestiones incansables, alcanzaron logros que cambiaron la vida de la comunidad: cloacas, agua corriente, y hace muy poco, la culminación de la luz eléctrica, con más de cien medidores para los residentes.

Varias calles de tierra ahora tienen un mejorado de concreto asfáltico que conectan los dos accesos al triángulo que es La Favela. El club es un motor de progreso y la vida en el barrio experimentó una metamorfosis.

Equipo completo de la división predécima para disputar un partido de la Liga del Oeste.

—La mayoría de los vecinos están muy contentos por lo que se ha logrado a través del rol social que veníamos cumpliendo con el tema del comedor. Y ahora con el club, el barrio, como quien dice, se hizo más famoso —concluye Lelo.

*Los nombres de los niños fueron modificados.


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