Biden trump debate
Foto ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP

El presidente Joe Biden llegó al debate del jueves en la noche en Atlanta con una tarea central: convencer a los aún escépticos de que, pese a su avanzada edad (tiene 81 años), está en plena condiciones físicas y mentales para comandar a Estados Unidos por cuatro año más.

Pero si algo quedó claro tras los 90 minuto de enfrentamiento con Donald Trump en el primero de los dos encuentros televisados que pactaron ambas campañas es que el mandatario fracasó, y estruendosamente, en el intento.

Más aún, su bajo desempeño terminó alimentado la caricatura que llevan meses pintando los republicanos -la de un hombre disminuido con serios problemas cognitivos- y desatando verdadero pánico en las huestes demócratas. A tal punto que no fueron pocos, incluyendo aliados muy cercanos, los que le pidieron hacerse a un costado y permitir que el partido nomine a un nuevo candidato para las elecciones de noviembre.

Desde el primer minuto del encuentro, organizado por la cadena CNN, el presidente lució sin energía, hablando en tono bajo y con voz ronca. Su mirada por momentos parecía perdida en el infinito, con la boca abierta como en su signo de incredulidad. Pero si su expresión corporal no lo ayudó, fueron sus respuestas incongruentes y entrecortadas las que más llamaron la atención.

En por lo menos dos instantes el presidente pareció paralizarse, olvidando la pregunta que le acaban de hacer y trastabillando en la respuesta. En una de ellas, cuando lo acaban de interrogar sobre los derechos reproductivos de la mujer -uno de los supuestos puntos fuertes-, Biden acabó hablando sobre inmigración.

«No tengo ni idea lo que acaba de contestar y creo que él tampoco», le respondió Trump aprovechando el momento.

En otra, también en el frente migratorio, habló de un «veto total» a los cruces fronterizos al tratar de explicar una reciente iniciativa que busca reducir las solicitudes de asilo si los cruces diarios superan un umbral de 2.500 personas.

En general, su intervención estuvo plagada de incoherencias o ideas sin terminar.

«(Estamos) asegurándonos de que podamos hacer que cada persona solitaria sea elegible para lo que he podido hacer con el covid, disculpe, con lidiar con todo lo que tiene que ver con -mire- si -finalmente vencemos a Medicare…», dijo el presidente a una pregunta sobre la expansión de la cobertura de salud en el país.

Aunque Biden fue mejorando con el paso de los minutos nunca logró recuperase del pésimo arranque del debate, justo el momento en que más personas estaban sintonizadas.

Por supuesto, en medio de todo logró anotarse algunos puntos. Como cuando le restregó a Trump su reciente condena por ocultar los pagos a una actriz porno o cuando dijo que la moral de Trump era tan baja como la de un gato de callejón. Pero incluso eso, dado el tono general de su actuación, terminaron siendo menciones sin mucho peso.

Las mentiras y verdades a medias de Trump durante el debate

Trump, vale la pena aclarar, tampoco estuvo a la altura. De acuerdo con múltiples correctores de información, el expresidente soltó por lo menos 30 mentiras o verdades a medias en tan solo hora y media. Algunas de ellas absurdas como que en estados demócratas se estaba ejecutando a bebes recién nacidos o que Biden le había cuadruplicado los impuestos a la mayoría.

Se negó además a comprometerse con el resultado de las elecciones si llega a perder en noviembre. Algo que hubiese pesado de no haber sido por la terrible noche del mandatario estadounidense. Pero de alguna manera que quizá habla mucho de este momento en la política estadounidense, su aluvión de mentiras terminó causando poca sorpresa pues es algo que ya va con su personalidad y los estadounidenses hasta se han acostumbrado.

En otras palabras, Trump fue Trump, y en ese contexto estuvo a la altura de lo que se esperaba. Biden, por el contrario, no.

Y eso se sintió con fuerza a lo largo de todo el país. Como era lógico, los republicanos clamaron victoria instantánea en un debate que de acuerdo con las primeras mediciones de la CNN, Trump ganó con al menos 67% de las preferencias vs. 33% de Biden.

El «fuego amigo» contra Joe Biden luego del debate, ¿qué dicen sus más cercanos y otras voces demócratas?

Pero quizá lo más doloroso fueron las críticas que se llevó de sus propios simpatizantes. El «fuego amigo». La misma vicepresidenta Kamala Harris tuvo que reconocer que el arranque de Biden no había sido el mejor.

Pero esas fueron las palabras más tibias. Julián Castro, exalcalde demócrata de San Antonio (Texas) y funcionario de la administración de Barack Obama que en algún momento aspiró a la nominación del partido, no ahorró palabras para fustigar a su líder. «La vara que tenía que superar Biden al entrar a este debate era muy baja y no logró ni acercarse. No parecía preparado, lució perdido y le faltó fuerza para contrarrestar las mentiras de Trump», dijo Castro.

María Shriver, ex primera dama de California e integrante de la familia Kennedy, fue más cauta pero igualmente brutal.

«Amo a Joe Biden. Sé que es un buen hombre. Sé que su corazón es bueno. Sé que está dedicado a nuestro país y está rodeado de gente buena. Pero esta noche fue desgarradora en muchos sentidos. Esto fue un gran momento político. Hay pánico en el Partido Demócrata. Va a ser una noche larga», escribió Shriver en sus redes sociales.

Claire McCaskill, ex senadora demócrata de Missouri, hizo eco al sentimiento de Shriver y si bien dijo que el debate había demostrado que Trump era «un mentiroso, mezquino e imbécil», eso no ocultaba la otra realidad.

«Biden tenía una meta y era asegurarle a Estados Unidos que estaba a la altura del trabajo a su edad, y fracasó en eso esta noche. No soy la única cuyo corazón está destrozado. Hay mucha gente que vio esto esta noche y a los que hoy les duele Joe Biden», afirmó McCaskill.

David Plouffe, uno de los principales asesores de Obama durante sus ocho años en la Casa Blanca, lo puso en términos militares para explicar la gravedad de la situación: «Esto es Defcon 1», dijo el ex asesor al comparar el momento con el término castrense que se usa para el máximo nivel de alerta y que indica una inminente guerra nuclear.

¿Qué tan probable es que los demócratas elijan a otro candidato para enfrentar a Donald Trump en noviembre?

Aunque la idea de reemplazar a Biden como candidato del partido fue algo de lo que se alcanzó a hablar al inicio de la campaña, el debate de este jueves resucitó la idea. Y de frente.

«Los demócratas deberían nominar a otra persona ya, antes de que sea demasiado tarde», escribió Andrew Yang, uno de los aspirantes del partido en las elecciones de 2020.

Nicholas Kristof, uno de los columnista con más renombre de The New York Times, le pidió a Biden reflexionar sobre su desempeño en el debate y luego dar un paso al costado. Sugirió, como alternativa, al senador Sherrod Brown, secretario de Comercio, a Gina Raimondo o la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer.

Según Kristof, «cualquiera de ellos todavía podrían intervenir y vencer a Trump» en los comicios. También, a través de redes sociales, sonó mucho el nombre de Gavin Newsom, el gobernador de California y considerado un prospecto para el futuro del Partido Demócrata.

En el Congreso, aunque en voz baja y solicitando anonimato, muchos pidieron considerar alternativas. Para ellos, el temor más grande es que el mal desempeño de Biden no solo podría costarles la Casa Blanca sino hundir a los demócratas en el Congreso, que también estará en juego en las elecciones.

Temen además que las dudas sobre su elegibilidad asuste a los donantes y se agoten los recursos que necesiten para hacer campaña.

De momento, no obstante, el grueso del partido siguió insistiendo en que Biden será el candidato y ninguno de sus potenciales reemplazos quiso siquiera considerar la posibilidad.

«El objetivo es derrotar a Trump y en eso estaremos unidos y respaldando al presidente», sostuvo Newsom tras finalizar el debate.

Aunque potencialmente es viable, pues el partido no ha nominado a Biden -algo que sucede durante la Convención Nacional prevista para el 19 de agosto-, la mayoría coincide en que reemplazarlo a estas alturas sería un suicidio.

En parte por que «madurar» a un candidato en tan solo cuatro meses es una tarea casi imposible. Especialmente cuando el rival es alguien tan conocido como Trump. Pero también por que una movida de esta naturaleza sería sinónimo de caos y podría fracturar a un partido que no luce en la misma página.

Biden, por su puesto, aún podría recuperarse en una carrera a la que aún le faltan más de cuatro meses. Y muchos, los más optimista, aún creen que la amenaza que Trump plantea podría ser suficiente para inclinar a una mayoría.

Y apuntan al próximo debate, previsto para finales de septiembre, como una nueva oportunidad para que el presidente despeje los temores que surgieron el jueves.

Puede ser. Pero si de algo no hay duda es de que las esperanzas de Biden y los demócratas frente a una posible reelección amanecieron este viernes en cuidados intensivos.

SERGIO GÓMEZ MASERI


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