"Se deben encontrar políticas públicas que permitan hacer frente a estos dos problemas al mismo tiempo (obesidad y subnutrición) ". | ©FAO.

Las crisis alimentarias podrían multiplicarse en el mundo debido a efectos demográficos, medioambientales, climáticos y financieros, alertó un informe científico de la FAO y la Comisión Europea.

El informe llamado «sistemas alimentarios en peligro» señaló los riesgos de escasez y hambruna en ciertos países, sobre todo en África. Las razones se atribuyen al calentamiento climático y los conflictos armados, pero también a la obesidad.

«El planeta produce más productos agrícolas y alimentarios de lo que necesita para alimentar a su población, pero aún así la tasa de prevalencia de la subnutrición está en aumento desde 2015», señaló la economista y coordinadora del informe, Sandrine Dury.

«La disponibilidad de alimentos en el planeta asciende a poco menos de 3.000 kilocalorías por persona y día, mientras que las necesidades son de unas 2.200 kilocalorías en promedio por persona y día, con variaciones según el género, la actividad, la edad y la región del mundo», explicó.

Malnutrición

Los problemas de malnutrición en el mundo se dividen casi por igual entre dos categorías opuestas: unos 2.000 millones de personas que carecen de micronutrientes (vitaminas y minerales) y cerca de 2.000 millones de personas obesas y con sobrepeso.

En Latinoamérica o en África hay gente «que sufre a la vez de obesidad y de carencias alimentarias» debido a que hay un «gran consumo de malas calorías, a base de grasa o azúcar, sin elementos nutritivos», precisó Dury.

«Se deben encontrar políticas públicas que permitan hacer frente a estos dos problemas al mismo tiempo», dijo. El informe fue presentado esta semana en la sede de la FAO en Roma.

Sus autores alertaron también sobre el riesgo de volatilidad de los precios de los productos básicos agrícolas debido al efecto combinado del calentamiento global y la contaminación que afectan los rendimientos y las cosechas, al agotamiento de ciertos recursos como el petróleo o los fosfatos utilizados en los fertilizantes, al crecimiento de la población y a la financiarización de la agricultura.

Aumentar las reservas mundiales

«La crisis de precios no afectarían a todos los países de la misma manera, ya que los países exportadores de granos o de productos agrícolas pueden protegerse frenando sus exportaciones, mientras que los países importadores estructurales estarían mucho más expuestos», advirtió Franck Galtier, uno de los autores del informe de la FAO.

«El primer factor que influye en los precios de los alimentos es el calentamiento global», afirma Galtier, ya que el aumento de las sequías y/o las inundaciones provocaría una disminución de la producción agrícola.

«El aumento de las enfermedades en las plantas y animales también afecta a la producción y puede afectar al comercio», añade. El informe destaca la necesidad de una coordinación internacional para aumentar las reservas mundiales de cereales y alimentos para garantizar una mejor seguridad alimentaria, tal y como ha pedido el G33 de los países en desarrollo, encabezado por India.

Los precios de los alimentos también están cada vez más vinculados a los productos no alimentarios, como la energía, debido a los grandes volúmenes de productos agrícolas utilizados para producir biocombustibles (maíz en Estados Unidos, colza en Europa y azúcar en Brasil).

«Para reducir la dependencia de los sistemas alimentarios a los combustibles, el economista de Berkeley Brian Wright propone que los gobiernos tengan la prioridad en la compra de maíz sobre la industria de los biocombustibles si los precios superan un cierto nivel», dice Galtier.

Además, los productos básicos agrícolas son «cada vez más utilizados por los gestores de carteras bursátiles» para equilibrar sus activos, lo que eleva artificialmente los precios en caso de crisis, como ocurrió durante la crisis financiera de 2007-2008.


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