A muy escasos días de iniciarse la campaña presidencial,  increíblemente breve, y en el contexto de unas condiciones ventajistas para el gobierno, algunos venezolanos recordamos muy bien que la primera elección de Hugo Chávez fue con un CNE absolutamente equilibrado e imparcial, fruto de una evolución absolutamente republicana; con plenas libertades públicas y de tránsito por todo el territorio nacional; con una administración de justicia confiable, aunque satanizada al extremo; y con una convincente separación de los órganos del Poder Público.  De modo tal que un golpista indultado, pudo apelar confiadamente al organismo electoral a pesar de las pistoladas de las que se hablaba en la época de un fraude en camino. Asimismo, pudo  hacer campaña tranquilamente;  ir donde quisiera en todos los rincones del país; celebrar sus actos y mítines; hablar lo que le viniera en gana por los medios de comunicación social de esos momentos: periódicos, radio y televisión; demandar y pedir justicia en cualquier instancia; y hacer alharaca de las investigaciones que libremente hizo un parlamento al que tanto fustigó y estereotipó.

Los  jóvenes de hoy pueden buscar y deben hacer una comparación con lo que ahora tenemos en cuanto  a la lidia con el oficialismo, añadidos sus colectivos, y las prebendas que pretende dar a una vasta clientela política a la que no alcanza a sostener, como hasta hace pocos años, cuando despilfarraba todos los reales. Incluso, sentir la curiosidad por las viejas y eficaces movilizaciones de masas, porque hubo partidos y movimientos que las hacían aún fuera del gobierno, de la administración pública o de alguna nómina sospechosa. Y para más información, quizá sea una sorpresa para las generaciones de ahora que hubieren no uno, sino varios partidos con capacidad de tener tres y hasta cinco aspirantes presidenciales muy serios, cada uno con una probada y honesta trayectoria pública, formación académica, conocimiento personal de cada rincón del país, conocidos por una prensa libérrima y harto profesional, con una doble y adicional posibilidad: la capacidad de conseguir legítimos recursos para la campaña y de montar parcial o totalmente un gobierno, con todo el tren ministerial.

Hasta aquí no he mencionado la brillante historia electoral de Venezuela que equivale a decir una historia de la democracia misma fundada en el voto. Esa historia que incluye las elecciones generales, más tarde las regionales, las que fueron evolucionando hacia la nominación personal, las maquinarias electorales y sus expertos,  la publicidad y la propaganda. Una historia política y no moral de las elecciones, porque si bien hubo denuncias y acusaciones muy fuertes de fraude, no menos cierto es que, siendo casos excepcionales, minoritarios y aislados,  el limpio sufragio y el muy pulcro resultado fue siempre la regla.  Sin olvidar que los resultados había que someterlos al veredicto popular, como firmemente ocurrió desde 1947 hasta el golpe desgraciado de 1948, y desde 1958 hasta que llegó el aparataje electrónico, los propios partidos políticos debían elegir regular y puntualmente a sus directivas, cosa que ocurría con sindicatos y demás gremios profesionales y empresariales, clubes recreacionales y deportivos. Esto es, mal que bien hubo cultura electoral y mal podía alguien intentar engatusar a los demás con una cosa llamada poder popular que no se elige directamente, sino a través del principal partido de gobierno.

La República nació de un libérrimo acto electoral de acuerdo con la época. En las vecindades del Día de la Independencia, es necesario recordar que el Congreso Constituyente que sesionó es el 5 de julio de 1811 no salió de una caja de detergentes, no fue fruto de componendas, ni del tal poder popular elegido a dedo. Consecuencia de las consabidas jornadas del 19 de abril, las provincias de Venezuela celebraron los comicios para elegir a los diputados al Congreso General a mediados de 1810. Eran censitarios (para los estamentos que tenía un patrimonio económico determinado), para todos los colores (los que tenían propiedades a lo “clase media”, pardos) y hasta hubo negros libres que llegaron a sufragar, como bien lo acota Carole Leal Curiel en un libro intitulado La primera revolución de Caracas, 1808-1812. Del justismo a la independencia absoluta (UCAB-KAS, Caracas, 2017).

En otras palabras, por un lado, antes de sancionar la Constitución misma, ya se elegía  por votación a los diputados, y, por el otro, avanzado para la época, aunque fuese censitario y hubiese esclavitud, hubo elecciones por primera vez en Venezuela y quizá en toda América o Suramérica, y mal podemos caer en el anacronismo de pedir que las elecciones, para considerarlas como tales, deben ser universales, personalizadas, directas, secretas y que, faltando poco, electrónicamente gestionadas.

Entonces, este próximo viernes 5 de julio cabe celebrar la Independencia, el día de las Fuerzas Armadas y del Soldado y el día que resulta de las elecciones que nada más y nada menos fundaron la República. De acuerdo con las reglas de la época, día de los pulcros comicios y tanto lo fueron que hubo un voto disidente para la declaratoria independentista que la consideró sólo inoportuna. De manera que esta semana inicia formalmente la campaña presidencial con el vivo recuerdo de un hecho histórico y si ayer hubo República que fundar a través del sufragio, hoy será República que recuperar a partir de nuestro voto. Valga el otro dato, equivalente a lo que contemporáneamente se conoce como un partido, aquel 5 de Julio actuó muy decididamente la llamada Sociedad Patriótica, pero se dice de la existencia de una documentación de la época que revela como numerosos clubes políticos que la conformaron. Vale decir, hubo tolerancia y pluralismo político.

Este 5 de julio, más que nunca es válido el concepto de insistir, resistir y persistir. Insistir en el trabajo democrático que hace más de doscientos años se iniciara y se plasmara en Caracas con un grupo de soñadores; resistir con fortaleza ante la avalancha de obstáculos que estamos viviendo; y persistir sin duda y con esperanza en llegar a la meta a través de las elecciones como siempre hemos imaginado y para lo que nos hemos esforzado. Falta poco.

IG, X: @FREDDYAMARCANO

 


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