Para la oposición, hoy no es fácil demostrar su triunfo electoral. En las elecciones del siglo XX siempre se confió en las intachables cuentas rendidas por la honorable gente del organismo electoral, que podían resistir la constatación de los más exigentes revisores.

Desde el punto de vista interno no hay seguridad de que las cuentas van a ser confiables y no puede haber contradicción exitosa. Desde la mira externa se ven fríamente dos realidades. Primeramente, según información estadística de la prestigiosa empresa alemana Statita -que maneja 1 millón de estadísticas en mas de 80.000 tópicos- solamente 12% de los adultos en Estados Unidos lee periódicos cada dia. En Venezuela la mayoría de la gente no recibe datos importantes en la medida en que muestre falta de iniciativa o no le llegue información.

En segundo lugar, en el «Mapa del silencio» (El Nacional, 8 de junio de 2023) se indica que «7 millones de personas viven en zonas en las cuales la cobertura de hechos de interés público -por radio, televisión, portales digitales y periódicos- es insuficiente o simplemente no existe». Además, se tiene la falsa creencia de que todo venezolano tiene un teléfono de bolsillo.

Otra crudeza es que hay votantes que no van a escoger candidato porque apenas algunos (y cuántos no) van a saber votar. Hay quienes sabrán lo que puedan averiguar. Esos 7 millones son precisamente quienes menos pueden averiguar y es imposible que se les pueda instruir sobre lo que sea, pues aunque se quiera ayudarlos, es imposible porque no hay activistas para ello. En todo caso, hay mucha gente que -vote o no vote- detesta al madurismo.

Si bien el país necesita estar claro en temas vitales, no es raro que lectores acuciosos manifiesten dudas, dependiendo de cómo se especifican aspectos como los siguientes: (i) número de personas entrevistadas en barrios y cerros de Caracas y de otras ciudades; (ii) número de entrevistadas en urbanizaciones de Caracas y otras ciudades; (iii) número de entrevistadas en zonas de muy altos ingresos en Caracas y otras ciudades; (iv) número de entrevistadas en zonas de alta circulación, comerciales, educacionales en ciudades; (v) número de entrevistadas en pueblos en cada Estado; (vi) número de entrevistadas en zonas rurales, llanos, montes, islas, costas.

Llama la atención que datos estadísticos en circulación destacan a personas elevadas políticamente por dirigentes fallecidos. Hay bueyes que deben jubilarse, después de tantos años en que han participado como funcionarios y como miembros de partidos políticos en nivel compartido de conducción, sin mayor obra destacable por brillantez, efectividad, conveniencia comunitaria, nada visible que aliente subida a un escalón más, de avance jerárquico en sus respectivos partidos, y menos en posición de alta jerarquía gubernamental.

Tal vez lo más grave es que la necesidad del país no se puede satisfacer sin participación externa. El régimen la logra. No se sabe si desde el exterior se va a producir algún tipo de participación en favor de la oposición. Pero no es irrealista esperar que se pueda demostrar el triunfo arrollador si los católicos votan en favor de González Urrutia, no por religiosos sino por ser la mayor agrupación del país, siempre que además se enfoque solamente en EGU a fin de evitar confusión en mucha gente cuyo número puede ser la clave mayoritaria. Ojo con eso.


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