La pelea en el Parlamento italiano hace dos semanas es un ejemplo de lo que ocurre cuando no se respetan las normas de convivencia

Cuando éramos pequeños nos decían continuamente que teníamos que estar bien educados para triunfar en la vida. Había reglas que había que cumplir para habitar en la sociedad en la que vivíamos. Cuando llegamos a ser adultos, seguimos cumpliendo las reglas generalmente. A veces, el ciudadano tiene la impresión de que en la lucha política desaparecen las reglas de la buena educación o de la convivencia entre seres humanos, si se prefiere. Y las redes sociales lo acentúan.

En toda organización, y por tanto en la organización social o política, deben respetarse las reglas, tanto las más favorables a mi pensamiento o las más alejadas a mi manera de pensar, pero si las luces del semáforo así me lo indican, debo cumplirlas. El paso del tiempo hace que esos colores muden. Una inmediata reflexión sobre su aplicación a la lucha política puede explicar la crisis de confianza de los ciudadanos en las instituciones públicas, recordando por ejemplo las agresiones físicas que acaban de producirse en el Parlamento italiano, donde un diputado de la Liga la ha emprendido a puñetazos con otro del Movimiento 5 Estrellas. Esto no respeta las reglas de convivencia. Tampoco el golpe de Estado que el general Zúñiga ha intentado perpetrar en La Paz (Bolivia), sólo unas horas después de haber sido sustituido por el presidente Arce. A pesar de las fuertes diferencias entre el presidente Arce y su antiguo líder y presidente Evo Morales, se han unido en contra de la asonada que ha sido también condenada por otros políticos de tendencias diferentes, como Luis Fernando Camacho y el expresidente Carlos Mesa.

Los pactos hacen avanzar la democracia y desarrollan y hacen progresar la gestión pública. Del resultado de las elecciones se deduce con frecuencia la necesidad de llegar a acuerdos para el buen funcionamiento de las instituciones. Aquí juegan las mayorías que pueden ser monocolores o no, pero que tras negociaciones pueden resultar eficaces y de larga duración. Flaco favor se hace a la democracia parlamentaria cuando se denuesta la formación de mayoría, incluso si son contranatura, pero que consiguen el resultado buscado. El pacto logrado, después de cinco años, entre el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular para la renovación del Consejo General del Poder Judicial es un gran paso para mejorar el funcionamiento de la justicia española, que en la actualidad está mal valorada por los ciudadanos.

La regla de las mayorías especiales para la conformación de Tribunales de Garantías o Constitucionales o como acaba de ocurrir en España para el Consejo General del Poder Judicial, es positiva para tratar de encontrar el equilibrio de determinadas posiciones en el ámbito judicial, asunto este del que no está libre ninguna de las grandes democracias del mundo, empezando por Estados Unidos.

La buena educación política tiene que ver también con no hacer trampas, como aprovechar las demandas y litigios penales de forma continua para desmoronar el prestigio del adversario, aun a sabiendas de que, transcurrido un tiempo, nunca corto, la demanda o el litigio en el tribunal quedará en nada.

Respetar los resultados de los oponentes, incluso cuando sólo consiguen la mayoría, tras alianzas tejidas en reuniones infinitas y al borde del precipicio del plazo estipulado, es una obligación democrática. Insistir cada día en la ilegitimidad de alianzas de los adversarios es además de una falsedad, un ataque al sistema democrático y una piedra contra sí mismo, porque es probable que la situación, transcurrido un tiempo no largo, tenga como protagonista a la formación política que ahora se considera agraviada.

Fijar posición sobre la situación política es un derecho de los ciudadanos y una baza política que buscan denodadamente los líderes cuando se trata de personas famosas del mundo del arte, de la canción o del deporte. Recordemos que Picasso nunca ocultó sus simpatías comunistas y que no volvió a España en vida del dictador, o al poeta León Felipe, muerto en el exilio mexicano.

La declaración de Mbappé invitando a los jóvenes a participar debe ser bienvenido: Mbappé interviene en calidad de ciudadano, como podría hacerlo cualquier futbolista: todos estamos llamados a participar de los asuntos políticos porque nos conciernen. (Lozano, 2024). Numerosas estrellas de cine apoyan al actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden. En su lucha con Trump, Biden parece tener el apoyo de Taylor Swift, pero el recientemente condenado expresidente está deseando conseguir su bendición. Los ciudadanos tienen derecho a manifestarse, especialmente en situaciones de tensión y no parece que sea aconsejable impedírselo, aunque se trate de estrellas de cine o de atletas del balompié.

@velazquezfj1


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