El 20 de enero de 2020, la vicepresidenta del gobierno venezolano, Delcy Rodríguez, aterrizó en el aeropuerto de Barajas, bajó del avión y se instaló en una sala VIP hasta que tomó otro vuelo con destino a Doha (Qatar). Rodríguez tenía prohibido acceder a la Unión Europea, como medida de sanción al régimen de Nicolás Maduro por su política de represión. Sin embargo, Rodríguez recibió un trato privilegiado en las instalaciones del aeropuerto madrileño. Allí se desplazó el entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos, en compañía de su inseparable Koldo. Luego se ha sabido, como adelantó en exclusiva este diario, que también estaba Víctor de Aldama, quien, por entonces, tenía el encargo de Globalia -patrocinadora de Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez- de cobrar una deuda del Gobierno venezolano. La trama al completo.

Ábalos dio varias versiones de su presencia en Barajas. La última la ofreció en mayo pasado, en el Senado, donde calificó su entrevista con Rodríguez como «misión diplomática» para evitar un conflicto por la prohibición europea. En todo caso, el Gobierno de Pedro Sánchez se hizo el sorprendido por la llegada de la vicepresidenta venezolana. Pero no hubo tal sorpresa, porque el Centro Nacional de Inteligencia sabía desde un mes antes -diciembre de 2019- que Delcy Rodríguez iba a pasar por Madrid. Policías adscritos al CNI informaron de este viaje a los responsables del control de pasajeros de Barajas, e incluso entregaron una fotografía de la dirigente bolivariana para su identificación. Su llegada se produjo en enero y una cohorte de mandos policiales, además del ministro Ábalos y su colaborador Koldo García, se encargó de que nadie pusiera trabas a Rodríguez en su escala en España. Tiempo después, esos mandos serían ascendidos o premiados con buenos puestos por Interior.

Además, el avión de Delcy Rodríguez portaba una «exageración» de maletas, según las fuentes de la información que ayer publicó ABC; maletas que fueron trasladadas al interior del aeropuerto, sin control ninguno de su contenido. Los vídeos custodiados por un juzgado de instrucción de Madrid arrojarían una luz que, incomprensiblemente, se mantiene apagada en este caso.

Estas informaciones demuestran que el gobierno supo con antelación, y consintió, que Rodríguez iba a pasar por Madrid, infringiendo la prohibición europea; que no solo bajó de su avión con sus acompañantes, sino que también recibió un trato de favor en suelo español; que las maletas existieron, a pesar del desmentido de Ábalos en el Senado; y que nada de esto pudo pasar sin que los ministros implicados -Exteriores, Defensa e Interior, además de Ábalos- estuvieran al tanto.

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La Sala Segunda del Tribunal Supremo archivó una querella por estos hechos, después de afirmar que Delcy Rodríguez sí accedió a territorio español. A juicio del Alto Tribunal, la prohibición europea era de carácter político y no podía dar lugar a responsabilidades penales. Sin embargo, las responsabilidades políticas no son competencia de los jueces, sino de las instituciones democráticas, de la opinión pública y de la prensa independiente. Los ministros de Defensa y de Interior, Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska, están emplazados a dar explicaciones de lo que sabían un mes antes de que Rodríguez aterrizara en Madrid. El caso Delcy ha sido un cúmulo de mentiras oficiales en el que se mezclan las complicidades del Gobierno socialista con el régimen represor de Nicolás Maduro y las andanzas de esa trama de intereses formada por Koldo, Ábalos y el comisionista Aldama.

Editorial publicado en el diario ABC de España


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