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Foto EFE

«¡Quiero que mi papá vuelva!», le dijo un niño de los Andes venezolanos. No son pocos los testimonios de quienes se acercan a la líder a manifestarle devoción, la ilusión por ella es el conducto para mejores tiempos y el retorno de miles de venezolanos. El afecto de la mayor parte del país por María Corina es increíble e indiscutible. Es un clamor de mucha fuerza. Esta mujer ha logrado algo extraordinario, sembró esperanza y la está cosechando. Es receptora del mensaje poderoso que envía la gente, perdieron el miedo, quieren un cambio. Nada más noble se le puede ofrecer a una nación. En esta oportunidad abre los corazones de millones de ciudadanos no solo con una plataforma política, sino con la garantía de que entiende lo que hay que hacer para sacar al país del fango y frenar la emigración; de hecho, sabe que el mayor anhelo de muchos venezolanos es que sus hijos regresen a casa. La diáspora es una realidad y ella entiende perfectamente por qué se han ido y cuáles son los incentivos que debemos ofrecer para que muchos hijos de esta patria regresen a dar lo mejor de sí por esta su tierra de origen.

Para Venezuela, el desprendimiento de María Corina, su vocación y su empeño en lograr que termine este periodo político tan trágico en Venezuela dejó de ser un objetivo para convertirse en una obligación de vida. Los venezolanos necesitamos un cambio. Esta revolución no ha sido más que una maquinaria de destrucción de los cimientos que forjaron a esta nación. El cambio es una necesidad vital. La apuesta por un país vigoroso está en la esencia de la necesidad de un nuevo proyecto de país. El mundo occidental es consciente de que Venezuela perdió el rumbo y su cambio político significa la reinserción de Venezuela en la democracia y en los valores basados en la libertad, respeto de los derechos humanos y una economía abierta con reglas e instituciones confiables.

Pasamos de una nación con prosperidad a un país con muchas riquezas naturales pero pobre. Desde hace años se han trazado los lineamientos para un plan de gobierno, se ha dejado claro que ya se cuenta con una propuesta robusta para restablecer el Estado de derecho, proteger la propiedad privada, abrir los mercados, estabilizar los servicios públicos y abordar las necesidades sociales de los sectores más vulnerables. Es eso lo que el país necesita. Un cambio del modelo controlador al modelo de las libertades, de los equilibrios, del respeto al individuo y luchar por los excluidos. Nada más y nada menos. También son evidentes para el mundo democrático los desmanes y las arbitrariedades que el gobierno ha hecho para cerrarle la brecha en su aspiración presidencial. Sin embargo, con su tino político, su compromiso y vocación por el país, logró revertir las jugarretas del gobierno y sus instituciones cómplices. Junto con la plataforma unitaria ha logrado que hoy contemos con un candidato presidencial de altura, que aglutina ese mandato espiritual que el país exige, un hombre de Estado, bien formado, un intelectual honesto que ha servido a su nación no solo como diplomático de carrera, sino luchador sin tregua por el retorno de la democracia a Venezuela.

Edmundo González Urrutia es el mejor compañero para esta lucha de las fuerzas democráticas y MCM. Sereno , respetuoso, honesto y cauteloso en la toma decisiones como bien lo hace quien pasó la mayor parte de su vida en la diplomacia. Su estilo garantiza que pasaremos de un gobierno que usa el grito y la amenaza como arma de guerra a uno de respeto , de diálogo y consideración hacia todos los ciudadanos , independientemente de su posición política , credo o raza. Un hombre de libros y no de armas , de experiencia ante la improvisación y sobre todo conocedor de las complejidades de un mundo globalizado.

Las fuerzas democráticas cuentan con dos venezolanos probos y entusiastas por el cambio. El país está ante nuevos designios para la historia. Estamos acercándonos a una nueva oportunidad como nación para salir del atolladero en el cual nos encontramos desde el fatídico intento de golpe de estado de Hugo Chávez en 1992. Estamos sin duda ante un momento decisivo. Es una tranquilidad para la nación contar con estos venezolanos, María Corina y Edmundo, que están ante el mayor de los retos de sus vidas. Dar todo  por Venezuela.


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