El desarrollo de la precampaña electoral presidencial venezolana ha estado fundamentada en un cúmulo de elementos sorpresivos que no han podido ser superados y mucho menos dominados por el sector oficial, que ha empleado y sigue ejecutando acciones desmedidas para tratar de manera infructuosa detener su caída y desplome absoluto frente a la mirada de todo el país y la comunidad internacional.

Esta gran gesta no deja de sorprender por sus masivas e incuantificables concentraciones que escapan a cualquier tipo de cálculo o predicción y que son evaluadas como un fenómeno inédito, donde la líder María Corina Machado junto a un gran equipo cohesionado disciplinado y comprometido con liberar a Venezuela, recorre el país, contra viento y marea acompañada del pueblo venezolano que se moviliza sorprendentemente por cualquier medio habido y por haber para mostrarle al mundo el sentimiento general de cambio, tomando la fe y la esperanza como armas espirituales poderosas para superar los obstáculos que abusivamente colocan quienes se ven perdidos frente a un evento electoral ya de por sí catalogado de ventajista y perversamente controlado por los peones de la revolución negados a dar las condiciones necesarias para que la voluntad popular se exprese y se respete.

Sin embargo, la diferencia numérica entre las dos opciones que compiten electoralmente en este momento, desde hace meses atrás muestran una realidad inobjetable e inocultable, imposible de manipular, donde el candidato de la unidad nacional Edmundo González Urrutia, promovido, tutelado y apalancado por María Corina Machado, aventaja al candidato oficialista Nicolás Maduro, quien desesperadamente muestra y hace gala de su autoritarismo enfilando el recurso humano de las instituciones civiles, militares y policiales, entre otras, para desarrollar su campaña que se ha venido a menos llegando a niveles críticos que le obligan a cometer errores de manera sostenida, que finalmente muestran un Nicolás Maduro junto a sus alfiles incondicionales, sin capacidad de convocatoria, limitados y en franco decrecimiento en todas sus movilizaciones, que se reducen y limitan a pequeños grupos de seguidores, como lo muestran muchas imágenes y videos que permanentemente han corrido por las redes, que se  limitan y fundamentan en vestir de civiles a funcionarios uniformados de las diferentes instituciones del orden público y algunas militares entre las que destacan mayoritariamente milicianos y fuerzas policiales que con muchas dificultades y ninguna motivación cubren a lo sumo un par de cuadras para editar imágenes que buscan complacer al candidato oficial y tratar de engañar al decidido pueblo venezolano.

Evaluando esta campaña sin precedentes por su desarrollo atípico lleno de presiones, ilegalidad y ventajismo existe un elemento en especial  que debemos destacar y reconocer y es la participación protagónica y exitosa de la mujer venezolana quienes han tomado la batuta en la tarea política del país, inspiradas en el liderazgo indetenible de María Corina Machado, quien se atrevió a hacerle frente a los promotores de la crisis social política y económica que sufre la sociedad venezolana.

Es por todos conocido que esta gesta libertaria e invencible promotora efectiva del cambio y transformación del país comenzó en el estado Mérida en el año 2023, cuando María Corina Machado junto con otra mujer merideña, Martha Hernández, y un gran equipo, comenzaron desde las alturas a diseminar el mensaje de esperanza que hoy estimula, abraza, cobija al venezolano.

El estado Mérida bajo la conducción de Martha Hernández, mujer indoblegable de carácter fuerte, leal a sus principios, que literalmente comparte con quien hoy se alza con el respaldo mayoritario de los venezolanos, logró despertar el interés de los merideños de unirse para construir una alternativa que hoy es un referente de organización en todo el país, al constituirse con solidez con mucho esfuerzo, sacrificio y trabajo en los 23 municipios que componen el estado Mérida y que en esta tercera visita de María Corina Machado al estado, selló con gran éxito una gira memorable por la amplia participación en todas las actividades que demostró el poder ciudadano refrendando el respaldo inequívoco y contundente de los merideños a la oferta opositora, que aplastó e invisibilizó las actividades paralelas protagonizadas por el dirigente del PSUV, Diosdado Cabello, que solo logró controlar el transporte público y la distribución del combustible con el poder y los recursos del estado, pero en ningún momento condicionó o vulneró la conciencia de la ciudadana, que desde los cuatro puntos cardinales emergieron y se movilizaron con espontaneidad, sacrificio pero con mucho gusto y compromiso patrio, para decretar la prescripción de la revolución y el socialismo en el estado Mérida y evidentemente también en el país.

Ante esta cadena de indiscutibles avances y éxitos no podemos dejar de resaltar los nombres de otras mujeres con igual ímpetu de trabajo que tienen un sitial ganado por su desempeño y aporte en este transitar que avivó el sentimiento de lucha, acompañando a María Corina Machado y que aun siendo víctimas de la arbitrariedad del régimen continúan en la tarea de deponer a Nicolás Maduro y el modelo fracasado que representa por la vía constitucional democrática y electoral. Se trata de Magalli Meda y Claudia Macero, quienes atienden sus responsabilidades asiladas en una embajada, y de Dignora Hernández, quien fue detenida arbitrariamente, al igual que muchos otros dirigentes valiosos del equipo de la líder nacional, que a pesar de lo que esto significa no se ha amilanado y ha mostrado su solidaridad hacia ellas y su fortaleza ante el país.

La candidatura oficialista está derrotada por la actuación y protagonismo de la mujer venezolana en todos los niveles, parroquiales, municipales, regionales, gremiales y todo tipo de organizaciones sociales que esperan reivindicar el valor de la familia, hoy dividida por el sistema imperante que se convirtió en verdugo de la sociedad y muro de contención contra el desarrollo y progreso de la nación.

El oficialismo en este momento no engaña a los venezolanos, se engaña a sí mismo al desconocer que el país cambió y que las promesas revolucionarias sin discusión sucumbieron y fracasaron ante tanta injusticia, el control social y la corrupción.

 


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