El gobierno de Nicolás Maduro persigue un espanto. Se le escapa por carreteras y trochas, laderas que hay que subir jalando una cuerda y ríos que navegan por el sur del país.

La persecución recuerda aquellas viejas series televisivas, que aún tienen público en sus reposiciones, como la del Zorro, en la cual el capitán Monasterio quería atrapar al justiciero enmascarado y siempre resultaba burlado. Ahora otro capitán, de escasos méritos y solo aplaudido en los sets de la televisión pública, se descabella en su cacería frustrada.

De la mano del Seniat arremete contra unas vendedoras en Corozopando, estado Guárico, que le sirvieron desayunos a la líder opositora, que a cara descubierta ha desafiado al gobierno en una gesta que cada día se vuelve más épica y contagiosa.

Cierran puentes con piquetes policiales y militares, pero María Corina Machado se echa a las aguas de los ríos y los cruza para llegar a San Fernando de Apure y a Puerto Ayacucho. Monasterio -el capitán oficialista- siempre llega tarde y manda a detener a los canoeros que se ganaron su platica surcando el Orinoco, nuestro gran río.

Antoni Josué Delgado Luque trasladó a Machado de Puerto Páez a Puerto Ayacucho y por eso fue detenido por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana. La periodista Sebastiana Barráez -también acosada por el poder- cuenta que lo trasladaron a la capital apureña y luego lo dejaron en libertad, pero le quitaron su canoa y el motor aun cuando presentó facturas de su compra, realizada en abril de 2017.

Al canoero indígena Eloy Chávez Guinare también le secuestraron la embarcación y el motor. Denunció haber sido amenazado de muerte por personal de la GNB y del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), que seguían órdenes, dijo, del célebre capitán desgreñado.

Los desafueros afectan a otros dirigentes opositores a quienes siguen en sus recorridos por el país y temen alojarse en hoteles o comer en restaurantes porque saben que tomaran represalias contra sus dueños. También confiscan o destruyen los equipos de sonido que se utilizan en los actos públicos, que se realizan en tarimas improvisadas sobre camiones.

En esas condiciones se realiza la campaña electoral opositora para los comicios del 28 de julio. Una parodia de lo firmado en el Acuerdo de Barbados, en el que se convino garantías electorales para todos los actores políticos.

La campaña de Maduro consiste en entorpecer la de Edmundo González Urrutia y las fuerzas democráticas que lo respaldan. No buscan votos propios sino ahuyentar los de sus adversarios. Cada día retroceden más en su sintonía con los sectores populares y de clase media y enturbian el proceso electoral. Los venezolanos le responden con un mayor convencimiento de que la salida a la aguda crisis política, económica y social comienza con la votación del 28 de julio.


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