Recientemente, tuve una conversación telefónica con un viejo amigo que vive en una ciudad de la provincia de Venezuela. Sus palabras me dejaron reflexionando sobre las posibilidades de un cambio significativo en el horizonte. En medio de una charla que tocó temas cotidianos y personales, surgió inexorablemente la política, una constante en la vida de los venezolanos desde hace décadas.
Mi amigo, alguien a quien siempre he considerado sensato y realista, mencionó dos nombres con un tono que reflejaba una cautelosa esperanza: Edmundo González y María Corina Machado. Me sorprendió la renovada confianza que mi amigo depositaba en ellos. González, es un diplomático con una extensa carrera; algo llamativo de su trabajo es que fue embajador en Argentina durante los primeros años del régimen de Hugo Chávez. Machado, por su parte, mantiene su postura firme y su capacidad para movilizar el apoyo popular, es ella verdaderamente la líder incuestionable de la oposición. Hay quienes ven en el panorama la posibilidad de una salida del prolongado estancamiento político y económico.
Durante nuestra conversación, mi amigo habló de cómo las propuestas de González y Machado se han ido consolidando como alternativas viables frente a una dictadura que está languideciendo. Para él no se trata de una idolatría ciega ni de un fervor incondicional, sino de una evaluación pragmática de quiénes podrían realmente impulsar cambios positivos en una nación que ha sufrido tanto.
Lo que más me llamó la atención fue la forma en que esta esperanza, aunque tímida, se ha extendido entre los ciudadanos de a pie. A pesar de la profunda crisis y de los repetidos fracasos del pasado, hay un deseo latente de creer que las cosas van mejorar. Esta pequeña luz de optimismo es quizás el indicio más potente de que el espíritu de cambio sigue vivo en los venezolanos
Es fundamental, sin embargo, mantener un enfoque objetivo y crítico. Como periodista, es mi deber analizar las propuestas y acciones de cualquier figura política con rigor y sin dejarme llevar por los entusiasmos pasajeros que en otrora han desilusionado a tantos de mis congéneres. Edmundo González y María Corina Machado tienen que ser evaluados por sus méritos, sus planes concretos y su capacidad para articular una visión coherente que realmente beneficie a todos los venezolanos.
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