Nicolás Maduro con trabajadores de Pdvsa en el Palacio de Miraflores. Foto: AFP

Cuando hay dudas sobre cómo interpretar las posiciones de los actores políticos y económicos para la realidad venezolana, sugiero volver a las bases y poner las cosas en la perspectiva del tiempo.

A un año de asumido Hugo Chávez, sin que aún se supiera a ciencia cierta cuál iba a ser el posicionamiento internacional del gobierno de Venezuela, nos encontramos con la terrible tragedia del deslave de Vargas, que conmocionó al mundo.

Estados Unidos mandó, sin pensarlo dos veces, la ayuda logística que consideraron necesaria, y Chávez, los rechazó casi llegando a costas venezolanas: los mandó de regreso a su casa, pese a que realmente hubieran hecho la diferencia, y hubieran aliviado mucho del daño y el dolor infligido por la naturaleza.

Esa fue la primera señal concreta de que, para él, y para su gobierno, EE UU era el enemigo; iba a ser el referente negativo de la revolución en la que estábamos entrando: de allí en adelante, todo, absolutamente todo, iba a ser antimperialista; es decir, anti EE UU.

Iban a venir otros eventos, cada vez menos sorprendentes, pero sí más agresivos con los americanos; vendría lo del azufre en la ONU y, ya saltando al futuro con Maduro al frente de la revolución, la expulsión de la embajada de EE UU.

Fueron declarados como enemigos, y como complemento, la revolución se hizo íntima amiga de todos los enemigos reales de EE UU, generando un espacio de aislamiento progresivo que consolidó la presidencia de Trump con sanciones muy fuertes.

Pero esa enemistad era por parte del gobierno, y nunca fue por parte del pueblo venezolano que había logrado una simbiosis con la cultura de los americanos que ya formaba parte de la cultura del venezolano. Todo, absolutamente todo, en este país, estaba, directa o indirectamente vinculado con EE UU; desde el deporte, hasta la moda; desde la música, hasta las películas; desde la educación, hasta nuestra fuente principal de ingresos, que, en esos momentos, era el petróleo.

Y allí comenzó una relación cruzada del pueblo de Venezuela manteniéndose como amigo de siempre de EE UU, mientras el gobierno lo trataba como enemigo; haciendo lo posible por volverlo una realidad. Trató de importar amigos nuevos, como Rusia, China o Irán, pero siempre se quedaron como amigos del gobierno, y nunca llegaron a hacer click con el pueblo venezolano, que no los entendía, y los rechazaba. Aunque lo intentaron, nunca pudieron hacer que los iraníes se incorporaran, ni los rusos y bielorrusos, y menos que menos los chinos. Todos, absolutamente todos, terminaron yéndose del país.

La introducción anterior fue para poner en perspectiva por qué los gobiernos sucesivos de EE UU, cuando llegó el momento, apoyaron a la Asamblea Nacional que representaba al pueblo amigo, y reconocieron que el gobierno siempre iba a intentar imponer su antimperialismo.

Por eso es que es difícil pensar que los americanos van a aceptar ayudar al gobierno y permitirle hacerse de recursos económicos que puedan luego usar en su contra; al pueblo sí, pero al gobierno, no.

Por eso la ayuda humanitaria, y por eso las sanciones. Y es por eso también que las sanciones no se levantarán mientras la revolución antimperialista siga en el poder. Porque está claro que el objetivo principal, sigue siendo sacar del poder al chavismo. Hay quienes dicen que no; que con que salga Maduro ya estaría bien, así la revolución continúe bajo otros mandos. Pero no; nada mejorará mientras el gobierno mantenga a EE UU como su enemigo estratégico; mientras mantenga al antimperialismo como su carta de presentación, militar y política.

A partir de allí, se puede entender que EE UU apele a diferentes métodos para el cambio de gobierno en Venezuela. Trump lo intentó con amenazas militares nunca cumplidas, y Biden estimulando el diálogo; pero agregando que la “paciencia de EE UU no es infinita”. Por lo que, si lo del diálogo se convierte (tal como ya se ve que está ocurriendo) en una estrategia dilatoria más, pues entonces, seguramente buscarán otra manera, que no será tan suave como las dos anteriores.

Político

El diálogo (o el método de interacción que se decida) en México está detenido;  por ahora es hasta enero, pero la experiencia indica que, como hay tanto en juego para el gobierno chavista, posiblemente se dilate entre idas y venidas, otro año más para conseguir algún resultado. Porque la liberación de los fondos y el waiver a Chevrón, perfectamente pueden frenarse si no se ve voluntad política por parte del gobierno. Y hoy, no se ve… o por lo menos, no se ve con claridad esa voluntad.

Mientras tanto la oposición sigue avanzando con sus primarias, pese a que ya hay avisos de varios aspirantes que no quieren ser eliminados en primarias, y adelantaron que ellos van por fuera. Porque si hay algo que tiene la oposición es exceso de candidatos. Cada uno cree tener lo que hace falta para manejar el país.

Y el otro tema es que se manejan con una fecha rígida de mediados del 2023, cuando el chavismo sigue amenazando con adelantar las elecciones a 2023, inclusive haciendo coincidir la fecha del adelanto con las primarias. En fin. Pareciera que falta flexibilidad y –tal vez principalmente- tienen mucho yoismo que les hace perder de vista que no están en una situación democrática normal, sino que se trata de un estado de excepción, que ellos perciben como normalidad. A veces pareciera que tienen una disociación con la realidad.

Y una muestra tangible de la excepcionalidad, es que esta misma semana Maduro y Cabello, ambos, condicionaron la realización de elecciones libres, a que sean libres de sanciones… y que si no era así, pues no habría elecciones… o al menos, que no serían libres. O sea, que no son un derecho constitucional sino una concesión graciosa… y una concesión graciosa no se hace para perder.

Y en un nivel más operativo, tampoco está claro cuál será la aproximación a un proceso electoral cuando 25% de la población ahora reside en el exterior… no por voluntad migratoria, sino impulsados por las circunstancias. Tampoco en qué consistirán las garantías electorales, las proscripciones de personas y partidos, y en general cuáles serán las reglas de juego… en qué se diferenciarán de los casos anteriores.

Lo otro que no se puede perder de vista es la reunión de Maduro con los partidos, que siendo de oposición, fueron intervenidos y entregados a simpatizantes del chavismo. Son los que se han dado en llamar los alacranes, quienes juntos con la mesita componen una oposición que realmente no se opone.

Pero no perdamos de vista que lo anterior también lo saben los americanos quienes son, en definitiva, los que, sin estar sentados formalmente en la mesa, son quienes manejan el juego. Y, así haya elecciones y gane el chavismo, si no hay una declaración concreta, y la presentación de un plan que le muestre al mundo que ya no serán más una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad interna de EE UU”, pues las sanciones no solo no se levantarán, sino que se corre el riesgo de entrar en un ambiente más complicado para nosotros.

Insisto en que es muy peligroso jugar con países que se están preparando para una guerra, y que una vez que entren en ese camino, intentarán resolverlo todo por esa vía. La guerra, como la continuación de la política, pero por otros medios…

Social

Inclusión social significa dejar de ser pobres; incluirse en la economía como sujetos activos capaces de generar su propio sustento a cambio de su contribución al producto, visto como actividad económica retributiva, orientada al bienestar.

La diferencia entre 10% más rico y 10% más pobre es de casi 70 veces, con un ingreso promedio per cápita del más rico de 553,2 dólares, mientras el más pobre es de unos 8 dólares al mes.

El desbalance anterior solo se podrá remediar mediante el aumento de la actividad empresarial privada, y ya no se puede contar con que el estado genere oportunidades, pues los empleos que vienen desde ese lado no contribuyen al PIB, y los subsidios van perdiendo continuidad, en cuanto a frecuencia, y en cuanto a calidad y contenido de las ayudas alimentarias.

Lo que sí es importante reconocer es la creación del Sistema Patria, plataforma capaz de asignar subsidios directos a las personas, sin la necesidad de subsidiar a los productos. El tema es que esa plataforma, que es muy poderosa, no está transportando valores de calidad, sino que transporta bolívares que no solo de devalúan a mucha velocidad diaria, sino que, en el proceso de protección del ingreso, se orientan a demandar dólares, haciendo que la devaluación aumente, y que eso, de una u otra forma, incida en el aumento de la inflación. La cual, a su vez, empobrece más a quienes reciben esos subsidios.

La consecuencia de lo anterior es la nueva ola de migrantes que según Encovi pasó de un rango de edades de 15 a 29 años en la primera, a ser de 30 a 49 en esta segunda; que se explica, medianamente, en la reunificación familiar, la cual, si realmente las cosas hubieran mejorado aquí adentro, podría haberse convertido en retornos; los cuales están en el orden de 6%: de cada 100 que se van, retornan 6.

Económico

El deslizamiento del valor del dólar referencial, que es el paralelo, no se detendrá hasta que se haya completado la inyección de bolívares en la economía, producto de los necesarios bonos de fin de año. Y como se trata de un dólar de mercado, está influido, no solo por la disponibilidad de bolívares, sino también por las expectativas de la gente y la confianza en la continuidad de las medidas flexibles por las que, desde hace más o menos un año, transita el gobierno de Venezuela.

Esta situación podría ser atenuada si hubiera información disponible que permitiera a los actores económicos (p. ej. cada uno de nosotros como consumidores) tomar mejores decisiones. Pero, seguramente, explicitar una situación “de hecho” de libre mercado, podría acarrear problemas a lo interno de la revolución, que no termina de convencerse que la solución está en el mercado y no en el Estado: “Tanto mercado como sea posible, y tanto Estado como sea necesario”.

Porque, lejos de mejorar las expectativas, si no se dan mensajes concretos y directos en contrario, tanto el regreso de la Sundde a la calle como la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, traen reminiscencias de las épocas más oscuras de la revolución, que llevaron a la brutal caída del PIB y de la producción petrolera.

Si la gente piensa que algo similar pudiera ocurrir, pues seguramente ocurrirá; es la profecía autocumplida, o una de las leyes de Murphy. Y que ese 8% de crecimiento que anunció Fedecámaras en esta semana, pues podría ser el punto de partida para una nueva caída.

Es una situación muy delicada, porque si bien la economía está cada vez más en manos privadas, aún no es suficiente como para que lo político no influya fuertemente en lo económico. Es bueno considerar que aún no hemos llegado al nivel del Perú, donde caen gobiernos y presidentes, y la economía sigue sólida y estable. En nuestro caso, lo político puede cambiarlo todo, de un momento para otro.

En nuestro caso, la economía está en manos privadas porque el gobierno así lo decidió, y no por mérito o conquistas propias del sector privado. Y es por eso que, así como decidió para un lado, también puede hacerlo para el lado opuesto. Claro que ya no le resultará tan fácil retroceder completamente, pero mandará mensajes confusos que pueden afectar los cimientos de esta incipiente economía de mercado.

Estamos en un momento crítico en el cual la actividad empresarial privada debe sostenerse y mostrar fortaleza, porque la baja de la pobreza depende esencialmente de la actividad privada.

Internacional

Con diferencia de horas, en Perú destituían al presidente por corrupción, y condenaban a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua a la vicepresidente argentina, por la misma razón: corrupción… miles de millones de dólares en el caso de Cristina, mientras aún no se ha cuantificado la estafa de Pedro Castillo.

Lo del Perú era una muerte política anunciada, mientras que en el caso de Argentina había dudas de cómo resultaría, porque Cristina estaba en el poder y con una capacidad de castigo y daño a sus enemigos, muy grande: inspecciones de impuestos, amenazas personales a ellos y sus familias y amigos, y en general todo el poder del estado atacando a la justicia, último baluarte de defensa de la institucionalidad.

Claro que, si bien el poder ejecutivo estaba cooptado por el kirchnerismo gobernante, el Congreso tenía fuerzas para compensar, y solo quedaba la justicia, la cual, aun con jueces y fiscales nombrados por el kirchnerismo, pudieron mantener la independencia, y así lograr la condena. Tomó muchos años, pero finalmente se logró.

Por supuesto, como aún hay anillos de defensa y protección para los corruptos en Argentina, quedan instancias de apelación que pudieran tomar varios años más, hasta el punto que, tal vez nunca se llegue a una sentencia firme por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El caso referencial es el del expresidente Carlos Menem, que llegó a estar preso, y logró, no solo ser senador hasta su fallecimiento, sino que nunca se terminó su caso; y por supuesto, una vez fallecido, pues se extinguió… y su familia y herederos pudieron disfrutar del dinero mal habido, sin sufrir ninguna pérdida. Excepto tal vez la reputacional. Pero en los países de nuestra región, esa corrupción, en  el imaginario colectivo, se asimila a viveza criolla, y termina siendo aceptada e internalizada.

Recomendación

  • Al gobierno: que genere un escenario de ampliación del uso del dólar y que se pueda incluir a la administración pública entre los beneficiarios. Solo imaginarse asignación de dólares vía el Carnet de la Patria, ya no solo se recuperaría un alto nivel de confianza en la economía, sino que se sinceraría una situación negativa que conlleva altos costos transaccionales. Habría mucho que cambiar, comenzando con la unificación cambiaria y las leyes del trabajo, pero se lograrían grados importantes de estabilidad que hoy no existen.
  • A la dirigencia opositora: que se prepare para repensar su estrategia, porque van cambiando las situaciones del entorno, pero ellos mantienen la rigidez de sus acciones. Hoy, que deberían “poner a bailar al elefante” se mantienen aferrados a situaciones que de hecho ya no existen más.
  • A la dirigencia empresarial: que el mercado de valores es el ámbito propicio para la construcción del fondo de apoyo a empresas con problemas, no solo por la estructura de los métodos de participación, sino principalmente, para la fluidez del manejo de las participaciones, ya sea para incorporarse, como para salir del fondo. Y que todo eso pueda transarse en la Bolsa.

 


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